Suicidio

Sus manos sudan aferradas a la culata de una pistola de grueso calibre.
El ambiente se siente denso, y la falta de luz en la habitación hace que las tinieblas se apoderen del lugar. Ha tomado una decisión. Errónea, certera, pronto lo sabrá.
Sobre una desvencijada mesa, cartas de despedida, perdón, y agradecimiento, esperan que sus desdichados dueños las rescaten de la escena en donde todo acabará.
Repasa mentalmente su vida, fraccionada, distorsionada ya en mil recuerdos que al igual que un espejo roto, jamás vuelven a encajarse para crear un todo.
Comienza a agitarse, sabe que no dispone de mucho tiempo, cualquiera podría entrar de un momento a otro y aunque el cerrojo es un buen amigo no podrá detener al visitante y su plan se vería completamente arruinado.
El sudor recorre su frente y su boca comienza a empastarse a causa del terror. “ Moriré asustado” se dice. Se siente triste y desolado, es entonces cuando nota que el pánico le da lugar a la redención. ¿Liberación total?; ¿Confinamiento perpetuo?. Un torbellino de dudas asalta su cabeza. Retira el cargador para cerciorarse que las doce balas estén en posición; sabe que con una bastará, pero no debe haber margen de error.
Toma la botella de whisky, su fiel compañera en su última hora y la besa recibiendo su bendición, quedando en sus labios el embriagante sabor a desdicha y alcohol.
Asustado se apoya en el ventanal que da a la calle y con nostalgia advierte que debe partir. Chequea su reloj. Es la hora.
Camina hasta el centro de la habitación desnudando su ser, sacándose capas y capas de vil humanidad que no le sirven a donde va.

Saca el seguro al arma, cierra sus ojos y de un certero disparo dentro de su boca abandona este mundo...


**Rulo**