
Suenan campanas a lo lejos. Los querubines se alborotan por usar el traje de cupido y en el tallo de una planta una araña glotona intenta desayunar.
Siento el corazón latirme en la garganta, la sangre llegar a ebullición y es cuando mis manos deshechas por el viento se tienden hacia ti, y sostienen mis párpados para que no se cierren.
La tristeza golpea a mi puerta, pero decidí no entablar nuevas y ansiosas amistades por lo que acompañada de su séquito de lágrimas se instala fuera aguardando mi partida.
Mis alas rotas ya no pueden más, necesitan agitarse nuevamente, transportarme. He visto tantos ocasos que siento que ya es tiempo de enmendarlas para un nuevo viaje.
Ha llegado el momento, los caminos se bifurcan, el amanecer amenaza con su llegada aunque los primeros rayos de luz aún no se asomen.
Duermo en el silencio del potencial crepúsculo y espero aterrado que el fin se acerque.
De una cadena inmaterial colgara mi cuerpo hasta que te apiades de mi alma y decidas que ya es tiempo de que deje de penar.
**Rulo**